Que la Pontificia Universidad Católica olvidando sus valores humanistas y de formación hizo caja chica o más bien grande cobrando moras excesivas a los alumnos es algo que ya es de dominio público, que el vicerrector dando muestra de mayor dignidad renunció horas antes que el rector, también; y que el servicio de asistencia social de la universidad trata mal a los estudiantes con problemas económicos es algo que con estupor hemos comprobado.

Este martes Utero.pe publicó un artículo en el que daba cuenta de todo esto y publicaba algunos testimonios sacados, según señalaron- de un hilo de twitter. Se trataba de las respuestas recibidas por los estudiantes que habían intentado recategorizar su escala de pago debido a contrariedades familiares: padres fallecidos o desempleados, abuelos o hermanos enfermos a cargo de los padres, en suma, carga y problemas familiares que hacía imposible el pago de sus pensiones; y en todos los casos las respuestas fueron absolutamente humillantes e inhumanas.

TeleoLeo.com habló con el administrador de una página de Facebook llamada: "Me lo dijo una asistenta de la PUCP", y él me proporcionó un testimonio desgarrador, el de una joven que dejó su ciudad natal para ir a Lima a estudiar a una de las mejores universidades del país, pero, a la que todo parece indicar, que lo único que le importa es ganar dinero. Así se desprende de las respuestas de que dan sus servicios sociales a los alumnos y sus padres que tienen dificultades para pagar las pensiones.

El testimonio es el de una joven que a punto de acabar su carrera sufre por lo que eso ha significado para su familia: la violación de su hermana de 13 años de edad.

Ella ingresó a la universidad pagando por crédito lo que corresponde a la categoría 2 —los pagos en la PUCP se establecen de acuerdo a los ingresos familiares y van de la categoría 1 a la 5; siendo la 1 la más baja y la 5 la más alta—. El final del primer ciclo la subieron a categoría 3, pero su madre —separada— policía que ya se dedicaba a hacer trabajos como agente de seguridad en sus horas libres, no podía asumir esta alza. 

La joven le explicó la situación a una de las asistentas sociales de la universidad y la respuesta fue que sacasen a su hermana pequeña del colegio particular en el que estaba y que dejase de tomar clases de inglés y de deporte para que su madre pudiese pagarle la carrera, además, le decían que su padre tenía un buen trabajo y que podía pagar, sin embargo, no tomaban en cuenta que el padre sólo pasaba una pensión de 500 soles por sus dos hijas y que con eso no tenían suficiente. 

Poco tiempo después el padre perdió el trabajo y dejó de darles dinero, así que la madre tuvo que trabajar más, incluso puso a su hija pequeña a vender sándwiches en los conciertos en los que ella estaba como personal de seguridad. La necesidad de conseguir más dinero también hizo que la madre tuviese que estar fuera del hogar durante jornadas enteras y eso fue aprovechado por unos delincuentes.  

Un día que la madre salió a trabajar un amigo de la niña de 13 años y otro chico llamaron a la puerta pidiendo prestado el baño, la niña los dejó pasar y una vez dentro, la violaron. «Sé que posiblemente no es culpa de la asistenta, pero siento que a partir de que me subieron la pensión y encima mi padre perdió el trabajo, todo concluyó como quería la asistenta, sacrificando la educación de mi hermana y su bienestar para que yo pueda estudiar». 

Pero este maltrato de los estudiantes viene de antiguo, según otro testimonio recogido y verificado por "Me lo dijo una asistenta de la PUCP", esta práctica tiene por lo menos 20 años de antigüedad, pues una mujer se ha dirigido esta página para relatar que a una amiga suya hace dos décadas solicitó la recategorización porque su padre había fallecido, los servicios sociales de la universidad de esa época le dijeron que ahora tenían una boca menos y podrían pagar. 

Y según le dijeron en esa época a su amiga no podían rebajarle la pensión porque había que mantener los jardines de la universidad. Esta mujer también afirma que todos los testimonios que se han dado a conocer le recuerdan a los que ella conoció en su época de estudiante, allá por los años 90. 

Un padre también explica lo que  vivió el año pasado a raíz del ingreso de su hijo a la PUCP. Él había perdido su empleo unos meses antes y habló en los servicios sociales para exponer su caso y poder pagar menos, su hijo además había ingresado con muy buen puesto, pero la respuesta fue negativa. «Ahora mi hijo se va becado a una universidad francesa», donde por cierto, las pensiones universitarias junto con Bélgica son unas de las más baratas de Europa.

Otro caso es el de una estudiante a la que en 2009 una asistenta social le dijo: que su madre en lugar de dedicarse a cuidar a su abuela y a otros dos ancianos de la familia debía enviarlos a un asilo, superar su trombosis —que deteriora su calidad de vida— y salir a buscar trabajo, además, que su padre debía trabajar más y así le podrían pagar la universidad.  «Eso me dolió porque en ese momento mi padre tenía 3 trabajos» —dice la joven.

Una universidad no es un centro de negocios aunque se trate de un centro privado, menos debería serlo una universidad que hasta hace poco mantenía fuertes vínculos con la iglesia católica. Una universidad es fuente de conocimiento y si establece categorías es para que los jóvenes de cualquier condición social que superan las pruebas de acceso puedan estudiar, sin que eso signifique sacrificios familiares como esperar que uno de los padres muera o tener que vender la casa, tal y como se lo han expresado las asistentas sociales a los estudiantes que han solicitado ayudas. 

Sin embargo, la vara de medir no es igual para todo mundo, según un tuit de otra página que denuncia el maltrato de los servicios sociales de la PUCP, llamada "Asistenta de la PUCP", un estudiante consiguió pagar menos de lo que le correspondía sólo porque «su madre era super amiga de una de las asistentas sociales».

Durante el reciente conflicto en el que Juan Luis Cipriani, el arzobispo para el que los derechos humanos «son una cojudez», intentaba tener mayor presencia en la junta universitaria, Marcial Rubio, a estas horas exrector de la universidad, declaró para la BBC: «La universidad respalda a la Iglesia, pero respeta la diversidad. Tenemos una teología más social, y esto en los sectores más conservadores no gusta». Sin embargo, eso de «más social» no se circunscribe al trato a los estudiantes ni la atención a su problemática.

De los pobres será el reino de los cielos, pero la PUCP, no.   

Este blog sobre el maltrato del servicio de asistencia social de la Pontificia Universidad Católica del Perú a los estudiantes con problemas económicos ha sido originalmente publicado en teleoLeo.com