El juez del Tribunal Supremo español, Pablo Llarena —encargado de instruir la causa contra los líderes independentistas catalanes— acaba de anular las euroordenes en contra del  expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y de los exconsellers que se encuentran en Bélgica, Escocia y Suiza. No sería de extrañar que el juez estuviese buscando nuevo trabajo, porque con esta última acción confirma ha perdido 'la brújula judicial'.  

La última decisión de Llarena —que cierra el círculo del rídiculo espectacular que está haciendo la justicia española en Europa— ocurre luego que Alemania le volviese a decir que no veía ningún acto de rebelión, ni de sedición en la actuación de Carles Puigdemont, y —que, si acaso— podría haber, sólo malversación

El viernes pasado, la justicia alemana emitió su último fallo respecto a la  euroorden interpuesta en contra de Puigdemont, en el cual manifestaba que sólo veía un posible delito de malversación y que sólo lo devolvería a España para que fuese juzgado por esa causa, además señalaba, que —de hallarlo culpable— sólo podría condenarlo a 5 años de prisión. Sin embargo, Puigdemont eludiría la prisión pagando la suma que se le reclama: 1,6 millones de euros.

Esta suma ya habría sido reunida por las entidades civiles soberanistas y la tienen a punto para consignar, con lo cual, el expresident permanecería en la cárcel sólo 72 horas. Como en el pago de todas las fianzas cobradas al indepentismo, por la justicia española —que suman ya varios millones de euros— la cifra se ha podido reunir gracias a las donaciones de los ciudadanos catalanes a la Caja de la Solidaridad.

Sabedor de todo esto, y para que —según afirma el juez— la "causa no se rompa", o más bien, porque de aceptar la devolución de Carles Puigdemont en estos términos no podría encerrarlo en prisión por 30 años, y quedaría muy mal que los que están imputados y presos en España, sí ; Llarena prefiere patear el tablero y retirar las euroordenes. 

Esta decisión del juez no hace más que ratificar la frase que desde hace meses utilizo como título, en los blogs que he venido escribiendo respecto a la actuación judicial en contra del procés: "España hace el rídiculo". Y es que Llarena, cual "Llanero Solitario", se cargó sobre las espaldas la labor de desarticular al independentismo, sin embargo, lo ha hecho de manera tan incompetente que sólo ha metido la pata una y otra vez hasta que la situación le ha reventado en la cara. 

Ahora a Llarena le quedaría hacer 'mutis por el foro', pero, a saber qué hará. Hace unos días amenazaba con llevar el fallo de Alemania ante el tribunal de Luxemburgo. Sin embargo, a este tribunal, que tiene como objetivo interpretar y aplicar el derecho entre los países que conforman la UE, sólo podría acudir Alemania si tuviese alguna duda sobre la decisión a tomar; pero como los germanos no tenían ninguna, han emitido sentencia, y lo suyo sería acatarla. 

Otro problema que se cierne ahora sobre la testa del juez es su propio futuro, pues no acatando el fallo alemán caería en un ilícito. Así lo señala el artículo 408 del Código Penal español que a la letra dice: "La autoridad o funcionario que, faltando a la obligación de su cargo, dejare intencionadamente de promover la persecución de los delitos de que tenga noticia o de sus responsables, incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años".

Así las cosas, quien debe —además de estar buscando empleo— estar buscando un abogado, es el juez; pues cacareó y se desgañito ante la justicia alemana para que le devuelvan a alguien a quien acusaba de graves delitos —hasta hace unos días, enviaba toneladas de papeles y vídeos para probar su culpabilidad— y cuando se lo devuelven, dice que no, que no le viene, que si acaso al ratito. Los jueces alemanes deben estar haciendo, plop y replop!

El juez tiene todos los número de la rifa para un mal final de su cuento. Por su parte, a los líderes independentistas las cosas les comienzan a ir mejor, sobre todo, a los que por están fuera de España que desde hoy gozan de irrestricta libertad, porque los países en los que están no ven los delitos que sólo ve el "Llanero Solitario". 

Carles Puigdemont, previsiblemente volverá a Bélgica donde se ha instalado la sede del gobierno de la República, que tanto quieren ver realizada los más de dos millones de catalanes que votan a favor de la secesión,  y es de esperarse, que a falta de "sustancia" la causa caiga en España, eso sería lo lógico, aunque esta forma de razonamiento ha sido abandonada por la justicia estatal en todo lo que tiene que ver con "la cosa catalana". 

El retiro de las euroordenes demuestra que nada de lo escrito en cientos de páginas por el juez Llarena es cierto, Bélgica ya lo ha dicho, Alemania también. Ojalá que todo este movimiento favorezca un tratamiento más justo para los 9 líderes independentistas que se mantienen en una absurda prisión provisional, durante más de 9 meses. Esperemos que más pronto que tarde vuelvan a casa, con sus familias, con sus amigos, porque en un país que se llama demócrata, poner urnas para votar no puede ser nunca un delito.