"Comenzó a tocarme cuando yo tenía 6 años. Comenzó besándome en la boca, luego tocándome las tetas, y el pubis, y decía que lo hacía porque me quería mucho". Esta es la historia de Cynthia, otra mujer abusada por un familiar cuando aún era una niña. Ella es otra mujer cuya vida fue rota por alguien en quien ella confiaba, por alguien que en lugar de cuidarla abusó de su inocencia.

Cynthia

"Hola! Adelante, escribe mi historia. Todo lo necesario para que más gente no pase por lo mismo. Pregunta lo que quieras, soy un libro abierto". Así fue el primer contacto con Cynthia. Este no es el primer testimonio sobre abusos sexuales que escribo y todos han sido casos de pederastia en los que el responsable es un familiar de la víctima. La diferencia en esta historia es que la protagonista ha aceptado contarme su historia a cara descubierta.

Cynthia se llama y ya no tiene miedo de hablar, ella sólo quiere empoderar a otras que han pasado por lo mismo, para que griten y denuncien; y se liberen del dolor que las carcome y hasta las enferma. "Empecemos" - me dijo resuelta- y empezamos. "La verdad no recuerdo mucho, era pequeña y he borrado muchas cosas". Las mujeres víctimas de abuso infantil con las que he hablado dicen lo mismo: "hay cosas que he borrado".

Una de las etapas por las que pasan las mujeres abusadas en la edad adulta o durante la niñez, es el bloqueo de lo ocurrido. Muchas se sienten tan avergonzadas o culpables, que anulan detalles de los abusos sufridos y sólo podrán recordarlos, o no, ante un estímulo o vía terapia.

Padrastro

"El abusador fue mi padrastro. Él y mi mamá se conocieron cuando yo tenía aproximadamente 6 años. Cuando yo tenía 8 o 9 años, mi mamá -que trabajada durante la semana- comenzó a trabajar también los sábados y él se encargaba de cuidarme. Pepe me recogía en Pueblo Libre que era donde yo vivía con mi madre y me llevaba a su casa, en Surco".

Cynthia no se explica porque eran así las cosas, por qué simplemente él no iba a su casa y se quedaba con ella allí, mientras su madre trabajaba. "Nunca pregunté por qué me llevaba a su casa, tampoco no recuerdo si era cada sábado". Al principio el tiempo que pasaba con Pepe era bueno. "Alquilábamos películas de dibujos animados y pasábamos el sábado viéndolas".

Pepe tiene 3 hijos de una relación anterior, pero muy pocas veces Cynthia coincidió con ellos en su casa, pues los fines de semana lo pasaban con su madre. Así que los sábados Cynthia y su padrastro se pasaban el día completamente solos. "Un día me dijo que me quería mucho y me besó en la boca. Yo no entendía qué pasaba, sentía que eso no estaba bien, pero él decía que lo hacía porque me quería. El cariño siempre fue su excusa".

Los niños pequeños confían en los adultos que les rodean y más si estos son una figura de poder y de protección. Por eso es necesario enseñarles que nadie tiene derecho de tocarlos ni de hacerles nada que les incomode y los invada. Además hay que decirles que si eso pasa tienen que explicarlo de inmediato a alguien de confianza.

Besos

Cynthia explica que los abusos se desarrollaron de forma progresiva. "De los besos en la boca la cosa pasó a mayores. Comenzó a tocarme los senos, el pubis y ya no sólo decía que lo hacía porque me quería, sino porque no tenía hijas mujeres y quería saber como eran. No sé durante cuánto tiempo estuvo abusando de mí, sólo sé que fueron varios años".

Pepe me decía que después de él sólo mi enamorado me podía besar. También se sentaba en la silla del comedor, me atraía hacia él, tocaba mis tetas que estaban creciendo y me decía "te están creciendo tus tetitas".

Y mientras todo esto pasaba, la madre de Cynthia lo ignoraba todo. "Siempre tuve buena relación con ella, pero nunca me atreví a contarle nada. Alguna vez me preguntó qué hacíamos, yo le decía que veíamos películas. Nunca le dije lo que él me hacía, la veía feliz y me daba miedo que por mi culpa dejase de serlo, no quería verla sola otra vez".

Confesión

La única persona en la que Cynthia confió fue su prima y nunca pensó en lo que iba a descubrir. "A mi me hace lo mismo", le confesó.  Pero Cynthia ya había normalizado la situación. "Cuando mi prima me dijo que Pepe también abusaba de ella le dije, lo que él me decía: lo hace porque no tiene hija mujer y no sabe cómo es, y porque nos quiere mucho. Yo realmente creía lo que él me decía y lo justifique por años".

Cynthia y su prima son de la misma edad y pasaban mucho tiempo juntas. "Nosotras éramos uña y mugre, casi siempre estábamos juntas, él a veces la llevaba a su casa y aprovechaba esos momentos para abusar de ella en su auto".

Sin embargo, cuando las niñas hablaron del tema y compartieron sus experiencias, terminaron reconociendo que por mucho cariño que Pepe les tuviese, no les gustaba lo que él les hacía; así que decidieron decírselo. "Mi prima y yo le escribimos un 'mail' diciéndole que no nos tocase más porque no nos gustaba. Él dijo que no lo volvería a hacer y así fue".

Enemigo en casa

Cuando Cynthia tenía 12 años, su madre y Pepe se casaron, ella quiso decirle a su madre lo que había ocurrido por tanto tiempo, pero nació su hermana. "Si mi mamá se divorciaba hubiese sido una locura. No quería que mi hermana creciera sin un padre como me pasó a mi, además, en ese momento, mi mamá ya no trabajaba y era mi padrastro quien nos mantenía".

Pepe pagó el colegio, la universidad y hasta las salidas de Cynthia, por eso, durante mucho tiempo, ella se sintió en deuda con él. "Hasta ahora creo que le debo mucho, por eso a veces me siento culpable cuando explico lo que me hizo. A mi madre se lo dije hace 3 meses, aunque mi prima ya se lo había dicho. Mi abuela un día le confesó a mi prima: no aguanto más, cuando estoy distraída Pepe me toca el poto. Mi prima se indignó y le contó lo que él le había hecho".

Cuando la abuela de Cynthia se enteró confrontó al abusador. "Mi abuela le dijo de todo y él, delante de mi prima, tuvo el descaro de negar las acusaciones; le dijo que era una mentirosa, que había destruido su familia y otras cosas horribles. A mi no me metieron en el tema, yo le dije a mi prima que no quería saber nada. Aún no lograba aceptar que nos había hecho daño y prefería mantenerme al margen".

Cuando la madre de Cynthia se enteró, echó a su marido de casa, pero él volvió. "Días después mi mamá habló conmigo, quería saber mi versión. Yo tenía miedo y aunque le dije que mi padrastro nos había tocado, seguí justificándolo, le dije que seguro lo había hecho por cariño; que era una buena persona, y que ya no quería hablar más del tema. No sabes cómo me arrepiento de no haber gritado todo en ese momento".

Cynthia no sabe lo que ocurrió después entre su madre y su padrastro, sólo sabe que ahora están muy metidos en un grupo católico y que siguen juntos.

Mamá

"Hace un par de meses le mandé a mi mamá un mensaje de voz, le dije que no había sido sincera con ella, que mi padrastro si nos tocaba, a mi y a mi prima, y no de una manera inocente; y que no quería verlo más. Me respondió diciendo que le daba pena que sus dos amores estuvieran divididos, pero que ahora han encontrado la paz en su grupo religioso y que está harta de todas estas SANDECES".

La madre de Cynthia le habla todo el tiempo de la paz, de perdón y de rencor. "Siempre responde en cristiano, o me dice que me ama y que daría lo que fuera porque no me sintiera así, pero NO toma partido por mi". En medio de esta historia está la hermana menor de Cynthia. "Sé que a ella no le ha hecho nada, ella es extrovertida. Él abusaba de mi prima y de mi porque somos calladas y reservadas. Presas fáciles".

Cynthia no pretende denunciar a su padrastro, nunca quiso hacerlo para no hacer infeliz a su madre, dice que le bastaría con que ella reconociese su dolor. "He estado yendo al psicólogo y por eso decidí contárselo todo, pero al ver su actitud lo único que puedo hacer es apartarla de mi vida. Me da pena, pero no voy a seguir gastando energías. Ahora soy yo, mi vida, mis planes y la gente que sí me quiere. Si mi madre no quiere aceptar la verdad no hay nada que pueda hacer".

"Cuando era adolescente caminé encorvada por mucho tiempo porque me avergonzaba de mis tetas, y sé que eso me pasó por culpa del abuso. Además sufro de fibromialgia, me la detectaron a los 24 años, o sea hace 5. Tengo una amiga que también fue abusada de pequeña y también la padece. A mi prima, con 20 años,  le diagnosticaron hipertensión".

De todas las mujeres abusadas que he entrevistado, todas sufren fibromialgia.

Según un estudio, el 57% de mujeres que sufren esta dolencia han sido víctimas de abuso sexual o de maltrato físico.

Protección

Antes de su actual pareja Cynthia tuvo dos novios, la primer fue una relación de "chibolos", dice; y la segunda duró 7 años y fue bastante tóxica. Su pareja se encargaba de menospreciarla y de humillarla. "Siempre ha buscado protección y aceptaba todo con tal de sentirme cuidada". Según explica Cynthia, su novio era muy machista y ella dependía completamente de él.

"Él me aisló por completo de mis amigos. Terminaba conmigo y regresaba cuando quería y yo siempre estaba ahí. Todo lo que pasaba era mi culpa. Cuando estaba flaca me decía que estaba muy flaca, cuando engordaba me decía que estaba gorda. Quería que siempre usara cerquillo, una vez me hice una trenza francesa con todo el cabello hacia atrás y me dijo ¿por qué te peinas así? le vas a hacer pensar a la gente que te crees bonita. Tienes mucho ego".

Esperanza

El tiempo ha pasado y Cynthia ahora se siente fuerte. Ella estudió arquitectura pero actualmente es ilustradora. El dibujo que acompaña este blog es suyo y la representa siendo abusada por su padrastro. "Recuerdo que cuando era niña mi madre encontró dibujos míos de escenas sexuales, me preguntó por qué hacía esas cochinadas y los botó. No recuerdo ni qué le respondí. Solo recuerdo la escena. Espero que explicar mi historia sirva de algo".

Esperemos que la valentía de Cynthia sirva, , para que otras mujeres se animen a denunciar a aquellos que no tienen ningún escrúpulo en abusar de la inocencia y de la fragilidad de un niño. Conocer estos casos debería hacer que como sociedad todos estemos alertas con lo que ocurre, seamos empáticos, y ante la más mínima señal de riesgo de la integridad de alguien alcemos la voz. Porque las cifras de abusos sexuales a menores en nuestro país son muy preocupantes.

Según los Centros de Emergencia Mujer (CEM), del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables del Perú, sólo entre enero y noviembre de 2017 habían atendido 5.958 denuncias por abusos sexuales. De estas, 461 correspondían a abusos cometidos a niños y niñas de entre 0 y 5 años de edad; 1.886 a niños entre 6 y 11; y 3.611 a niños entre 12 y 17 años.

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