El prime time ha sido tomado. Este martes fue el rey de España, Felipe VI, y el miércoles el president de la Generalitat, Carles Puigdemont. Ambos han manifestado sus posiciones alto y claro. El jefe de Estado lo hizo rodeado de un halo de oscuridad y con la foto de Carlos III sus espaldas, le dijo a todo el que lo quisiera escuchar que aquí la ley, y Dios en el cielo. Y le pidió al presidente Mariano Rajoy que hiciera todo lo necesario para recuperar el orden constitucional en Catalunya, lo cual significa que el Rey: aplicación del tan temido artículo 155 de la Constitución, que prevé la desactivación de las autonomías 'rebeldes y sediciosas' como Catalunya; o que el Tribunal Constitucional inhabilite a los responsables del gobierno catalán en caso de que se marquen una DUI, declaración unilateral de independencia. 

Anoche, cualquier familia del Estado español que pudiese no estar siguiendo las incidencias del referéndum catalán, podría haber entrado en pánico y pensarse que no estaban ni vestidos para la ocasión, ni con los regalos comprados, y es que aquí el rey sólo hace un discurso institucional una vez al año, la noche de navidad, que es cuando dice, "me llena de orgullo y de honda satisfacción...", ah no, que eso lo decía el padre, Juan Carlos I que sus pecados tiene, pero hay que reconocerle que la única vez que intervino activamente en un problema de Estado fue el 23 de febrero de 1981, cuando un grupo de insurrectos Guardia Civiles, tomaron el Congreso de los Diputados en Madrid, querían volver al orden establecido. Franco había muerto hacía 6 años, y ellos extrañaban el uso de la fuerza. 

En esa oportunidad, el papel del rey fue el de conciliador, intervino para calmar los ánimos, llamar al orden y tranquilizar el president de la Generalitat, Jordi Pujol, quien preocupado por la situación y cómo afectaría aquello a Catalunya, llamó por teléfono al rey para ver qué pasaba, "tranquilo, Jordi, tranquilo", fue la respuesta del monarca y todo no fue más que un infausto evento, donde el teniente coronel Antonio Tejero, nostálgico de autoritarismo, quemó su último cartucho para pasar a formar parte de uno de los capítulos más surrealistas de la historia de España. 

Pero esta vez, en la componenda que mantienen España y Catalunya, el hijo de Juan Carlos I no ha salido a buscar la paz y a propiciar el diálogo entre las partes, no. Ha salido a pedir el uso de las leyes, de la fuerza, de lo que sea; que una parte del país, la que más ha crecido económicamente este año se nos va. Según el ministro de Economía, Luis de Guindos, la economía catalana ha crecido este año 3%, más que la del resto de España, y además del dinerito, se irían también los títulos de la futura reina, de Leonor, mi tocaya, que es princesa de Girona -una de las 4 provincias catalanas- y eso no se toca. Por lo pronto Girona ya ha roto toda relación con la monarquía, así lo anunció esta tarde la alcaldesa de la ciudad. 

Con Carlos III a la espalda

Además de las palabras del rey dirigidas al gobierno español para que enfrente la situación con toda la fuerza que la 'ley' le confiere, hay otro elemento que nos habla de las pocas ganas que tiene el rey de que haya una negociación, y si las tiene lo disimula muy muy bien. Ya dije antes que el escenario del discurso del rey era por decir lo menos inquietante, poca luz, ¿para enamorar a la comunidad autónoma rebelde? pues va a ser que no, porque detrás del rey se podía apreciar el cuadro de su antepasado el rey Carlos III bastón de mando en mano. 

Carlos III fue el rey que en 1768 prohibió el uso y enseñanza del catalán, euskera, gallego, asturiano y aragonés, es decir; en el reino sólo el castellano, que como dicen algunos, "con el castellano se va a todas partes", sin embargo, hay sitios en los que es mejor ir teniendo alguna que otra lengua de refuerzo, porque sino podría pasarnos lo quea Mariano Rajoy quien cuando va a las reuniones de la UE, en los descansos intenta encajar en algún grupete, y es ahí cuando se da cuenta que el castellano no es universal.

Carles Puigdemont responde

Pues bien ante tanta fuerza y tanta Constitución, este miércoles, el president de la Generalitat, también ha dado su discurso institucional, a las 21:00 horas, igual que el rey y no ha durado más de ocho minutos, como el del rey. Puigdemont, que tiene un pie fuera del navío, le ha increpado al monarca que no haya sido proclive a su llamado de mediación -hecho 24 horas después de realizado el referéndum-, también le ha reprochado que durante su discurso no haya pronunciado ni siquiera una palabra de alivio y consuelo para los 893 heridos por las cargas policiales del domingo y que sólo se haya dirigido a los no independentistas. “Así no, usted ha decepcionado a mucha gente en Catalunya”. “Gente que esperaba de usted una apelación al diálogo y a la concordia”, le ha dicho el president. “El Rey ignora deliberadamente a los millones de catalanes que no piensan como el Gobierno”.

También le ha dicho al jefe del Estado que "ha facilitado las decisiones que el Gobierno se plantea”. Y es que este martes, antes de que el rey hablase, los senadores del PP se reunieron para ver cómo aplicar los instrumentos de que disponen para llamar al orden al gobierno catalán; y ninguno de ellos es bueno para Catalunya. Por otro lado está la Comisión Europea que hace unas horas justificó el "uso proporcionado de la violencia del gobierno español en Catalunya", además ha dicho que el problema hay que abordarlo "sin salir del orden constitucional español". 

La Comisión Europea también ha evitado situarse como intermediario de "un asunto interno", y para darle el tiro de gracia a las aspiraciones del gobierno catalán, ha manifestado que "las decisiones unilaterales como una declaración de independencia se contradicen con el ordenamiento europeo". A ver vamos que pasa en los próximos días, por lo pronto esta mañana más de doscientos autos amanecieron con las ruedas reventadas, y la casualidad ha querido que esto ocurra en varios de los pueblos donde este domingo los pobladores no dejaron pasar a las fuerzas del orden español. 

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